La cultura es uno de los pilares fundamentales de una sociedad, ya que nos permite conocer nuestras raíces, expresarnos libremente y enriquecernos como individuos. Sin embargo, en los últimos años, hemos sido testigos de una reducción en el apoyo financiero destinado a Estados y municipios en materia cultural. Esta situación ha generado preocupación en la comunidad artística y cultural, ya que se ve amenazada la continuidad de proyectos y programas que promueven y difunden la cultura en nuestro país.
Pero, ¿qué ha llevado a esta situación? La respuesta se encuentra en la Ley Aldir Blanc, una iniciativa que buscaba incentivar y fortalecer la cultura en Brasil. Sin embargo, debido a la crisis económica que ha afectado al país, se ha visto una reducción en el apoyo financiero destinado a esta ley, lo que ha generado una serie de cambios y ajustes en su implementación.
La Ley Aldir Blanc fue aprobada en junio de 2020, en medio de la pandemia del COVID-19, con el objetivo de apoyar a los trabajadores y trabajadoras de la cultura, así como a los espacios culturales que se vieron afectados por la crisis sanitaria. Esta ley establecía un fondo de emergencia de 3 mil millones de reales, que sería distribuido entre Estados y municipios para ser utilizado en acciones culturales.
Sin embargo, en diciembre de 2020, el gobierno federal anunció una reducción del 30% en el apoyo financiero destinado a la cultura, lo que significó una disminución de 1.5 mil millones de reales en el fondo de emergencia. Esta decisión generó preocupación en la comunidad cultural, ya que se temía que muchos proyectos y programas se vieran afectados por la falta de recursos.
Pero, a pesar de esta reducción, la Ley Aldir Blanc ha logrado viabilizar una serie de cambios y ajustes que han permitido su continuidad y el apoyo a la cultura en nuestro país. Uno de los principales cambios fue la ampliación del plazo para la ejecución de los recursos, lo que permitió que los proyectos y programas pudieran ser realizados en un periodo más largo y así evitar su cancelación.
Además, se estableció un nuevo criterio para la distribución de los recursos, priorizando a los Estados y municipios que tuvieran un mayor número de trabajadores y trabajadoras de la cultura registrados en el Sistema Nacional de Información y Indicadores Culturales (SNIIC). De esta manera, se buscaba garantizar que los recursos llegaran a quienes más lo necesitaban.
Otro cambio importante fue la inclusión de nuevos sectores culturales que antes no estaban contemplados en la ley, como los pueblos y comunidades tradicionales, los artistas callejeros y los trabajadores y trabajadoras de la economía creativa. Esto permitió una mayor diversidad y representatividad en la distribución de los recursos.
Además, se estableció un fondo de emergencia específico para los pueblos y comunidades indígenas y quilombolas, que han sido gravemente afectados por la pandemia y que necesitan un apoyo especial para mantener sus actividades culturales.
A pesar de los cambios y ajustes, la Ley Aldir Blanc sigue siendo una herramienta fundamental para el fortalecimiento de la cultura en nuestro país. Gracias a ella, se han podido realizar una serie de acciones y proyectos que han permitido la continuidad de la producción cultural en medio de la crisis sanitaria.
Por ejemplo, se han realizado festivales virtuales, exposiciones en línea, presentaciones teatrales y conciertos en formato digital, entre otras actividades. Estas iniciativas han permitido que la cultura siga presente en nuestras vidas, a pesar de las restricciones impuestas por la pandemia.
Además, la Ley Aldir Blanc ha sido una oportunidad para repensar y fortalecer el sector cultural en nuestro país. Se han generado debates y reflexiones sobre la importancia de la cultura en nuestras vidas